Tras la verdad, Lopez Obrador hunde a México en mentiras, mentiroso patológico
No hay día en que no mienta el Presidente de la República o bien, la información que proporciona no pueda ser corroborada, se escuda con su desgastada frase de: “yo tengo otros datos”.
Jueves 6 de febrero de 2020
No hay día en que no mienta el Presidente de la República o bien, la información que proporciona no pueda ser corroborada, se escuda con su desgastada frase de: “yo tengo otros datos”. Así ha sumido en la incertidumbre a los mexicanos sobre el rumbo del país, ha generado desconfianza en los inversionistas y alienta al crimen organizado con sus abrazos; solo la fanaticada de sus seguidores creen a “pie juntillas”, sin investigar, sin dudar, sin saber absolutamente nada, en todas las mentiras lo que a diario brota de las constantes ocurrencias de Andrés Manuel López Obrador. Casas encuestadoras llevan el conteo de sus mentiras, aunque, para no herir susceptibilidades suelen calificar a sus mentiras como “afirmaciones no verdaderas”; a fin de cuentas, las afirmaciones del Presidente de la República: son mentiras.
Cualquier psiquiatra calificaría la conducta del Presidente como la de un mentiroso patológico. Mentir con frecuencia es un síntoma de varias enfermedades mentales. Por ejemplo, las personas que sufren de trastorno de personalidad antisocial utilizan las mentiras sencillamente porque necesitan afecto. Mienten, algunas personas con trastorno de la personalidad. La mitomanía, también denominada pseudología fantástica, hace referencia a un trastorno psicológico, por el cual la persona afectada, denominada mitómano o mentiroso patológico, tiene una conducta repetitiva del acto de mentir, lo que le proporciona una serie de beneficios inmediatos, como admiración o atención. Y, todo indica que Andrés Manuel López Obrador, es fanático de la admiración hacia su persona, por eso busca la diaria atención en sus conferencias mañaneras, respecto de las cuales casas encuestadoras llevan el conteo de las mentiras que de forma cotidiana vierte sin rubor alguno; por ejemplo, los periodista de Wall Street Journal, David Luhnow y Juan Montes, han contabilizado, al menos 6 mentiras diarias; el Grupo de Análisis Spin, a su vez, contabiliza hasta 16 mentiras diarias. Cada uno con sus distintas vertientes, entre ellas afirmaciones no demostrables del Presidente. Sin embargo, cabe resaltar la similitud de las mentiras que cualquiera, sin mayores razonamientos ni investigaciones puede deducir que López Obrador es un mentiroso compulsivo.
Está a la vista la certeza con que afirmó durante mucho tiempo que la economía del país, crecería, al menos el 2% del PIB en el primer año, 3 en el siguiente y así sucesivamente hasta llegar al 6% al término de su mandato. Promesa incumplida, mentira cierta, la economía no solo no creció, decreció a un ritmo alarmante bajando del 0% del PIB. Él desmintió a todas las calificadoras, al mismo Banco de México. Otra más de sus mentiras, que bajaría el índice delictivo en los primeros 6 meses de su gobierno; falso, por lo cual aumentó el plazo a 6 meses, nuevamente volvió a mentir y el plazo para alcanzar el objetivo se elevó a 2 años; entre tanto, el índice delictivo ha aumentado de manera alarmante y no se ve por dónde el Presidente cumpla su promesa, hasta hoy una cristalina mentira que no requiere ser demostrada.
En diciembre del año pasado, López Obrador, ofreció que construirían 13 mil oficinas para albergar al Banco del Bienestar; días después, en enero, el número de oficinas decreció a 2,700 ¿Mintió o no mintió? Por supuesto que volvió a mentir, nunca justificó si se trató de un simple equívoco o de una mentira, simplemente sigue como locomotora sin control, arrasando todo a su paso. Es intolerante a la crítica, así que, cuando los medios informativos evidencian sus falacias, el Presidente arremete en contra de ellos (los medios de comunicación), empleando descalificativos como “momias”; estigmatiza a la prensa, llamándolos “prensa fifí”, “fantoches”, “conservadores”, “hampa del periodismo”, “chayoteros”, “pasquines”, “servidores de los conservadores”, “sabelotodo”; y así, el Presidente de la República intenta “borrar sus mentiras”, pretendiendo, insinuando o afirmando que la prensa es la que miente, no él. Luego afirma que nunca los descalifica. Subrayo que, derivado de las mentiras de las conferencias mañaneras (y más), existe un grupo bien armado en redes sociales que, cual jauría, se lanzan en contra de quienes osan hablar más del Presidente, amenazan, instigan, ofenden; y, en primera fila de las mañaneras, los “comunicadores” (que no periodistas) aliados de López Obrador, hacen preguntas cómodas al Presidente, vamos le aplauden. Con esta mascarada han pretendido diluir las asiduas y enfermizas mentiras de Andrés Manuel López. Por cierto, también llevan el registro de las preguntas incómodas para el Presidente, quien simplemente las “batea”, las evade, las ignora, preguntas que se quedan sin respuesta, o bien, promete responderlas con posterioridad y no lo hace. Se trata de mentiras presidenciales que bien sabe López no tienen sustento de respuesta sólida y cierta.
La problemática no es simple, las mentiras no son de cualquier ciudadano; son mentiras del Presidente de la República Mexicana y sus efectos, hasta ahora han sido devastadores, perjudiciales, amenazan con agravarse a ritmo acelerado. La conducta del Presidente, psiquiátricamente se califica como la de un mentiroso patológico; patología que debe ser curada. Sin embargo, a un año 2 meses de gobierno, no hay estudio médico alguno que certifique la salud física y mental del Presidente. La enfermedad, además de peligrosa, se agrava si no se atiende. Los delirios de grandeza son unos de sus efectos. Ahí está el cierre de la casa de los Pinos, lugar en donde, desde el Presidente Lázaro Cárdenas, fue habitada por los mandatarios; López Obrador, cual rey de la Edad Media, prefirió trasladar su residencia al Palacio de Gobierno, ese lugar sí es un verdadero “Palacio”, choca y revienta con la supuesta austeridad que pregona, el Presidente que presume no traer dinero en la cartera, pero vive con lujos inigualables ¿Cuál austeridad republicana?
Por último (las mentiras sobran), la fabulosa campaña mediática que ha emprendido el Presidente López Obrador, con la venta del avión, le ha dado giros de 180 grados y como sin nada. Desde que, por primer vez lanzó a la venta la aeronave, prometió que el recursos de la enajenación sería utilizado para contrarrestar el flujo de migrantes; luego cambió, el dinero lo destinaría al Municipio de Zacualtipán, Hidalgo, para resolver el problema del agua; nada, volvió a cambiar el destino del dinero que hasta ahora son solo ilusiones. Lo que sí ha hecho con el avión, dentro de su programa de austeridad, ha sido gastar 30 millones de pesos para su guarda y custodia en un hangar en un aeropuerto estadounidense, incluso la ONU, hizo la publicación de la venta de la nave y nada. Por último, derivado del problema que él ocasionó con el Insabi, generando severo desabasto de medicinas, falta de médicos, enfermeras e insumos, el tema le resultó atractivo, por lo cual ahora el dinero producto de la “rifa” del avión, ya no venta, lo destinará a comprar insumos hospitalarios ¿Así o más mentiras patológicas? No cabe la menor duda que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, debe ser atendido psiquiátricamente, no es posible que continúe mintiendo y generando problemas a millones de mexicanos, sufre de trastorno de personalidad antisocial ¡Las pruebas no mienten!
Héctor Parra Rodríguez