Ser mujer no es fácil, pero es bello.

En esta ocasión me permito reflexionar acerca de las mujeres cercanas. Llámenos abuelas, tías, hermanas, sobrinas. A algunas de ellas no tuvimos la dicha de conocer, pero llevamos en cada célula del cuerpo una muestra de su esencia; basta y sobra que forman parte de nuestros ancestros y están presentes en nuestro ADN.

En algunas charlas de familia saldrán a relucir sus virtudes. Saldrá en el tema de platica el gran valor e impacto que tuvieron o tienen en nuestra familia así como su legado.


Personalmente vengo de una familia donde la presencia de grandes mujeres han forjado mi historia en este mundo. En mi juventud me tocó convivir con una gran madre, siete hermanas y varias sobrinas. Cuando formé mi propia familia la vida me dio la bendición y el gran regalo de mi existencia al ser madre. Tengo la oportunidad de convivir de cerca con grandes amigas.


Amo ser mujer y ver la vida en modo femenino. Aprendí la fortaleza y entrega de una gran madre, que fue capaz de dar todo por cada uno de sus hijos, dejando de lado que eran muchos, conocía muy bien a cada uno de ellos podía darles ternura y compasión cuando más lo necesitaban. El no, no estaba en su vocabulario siempre encontraba la forma de hacer posible incluso lo que parecía imposible.
Sin olvidar la disciplina y las lecciones de vida para cada uno de sus hijos, de acuerdo a su época y formación.


De cada una de mis hermanas, puedo valorar su fortaleza y el gran amor por su familia. Una mujer que es capaz de levantarse cada día e iniciar de nuevo pese a los dolores de su corazón, puede lograr en la vida lo que se desee. Si una mujer se lo propone y trabaja por sus objetivos, aún con el corazón roto puede conquistar las estrellas. ¡Una mujer decidida, no tiene límites!
De mis sobrinas he aprendido, que la diversidad, el espíritu de valentía, la jovialidad y entusiasmo son la clave para que las mujeres jóvenes, puedan salir adelante y consigan sus sueños.


De mi hija estoy aprendiendo de las mujeres más jóvenes, de las que no necesitan lujos o riquezas sino saber aprovechar cada minuto de la vida y lo que ella les ofrece. Es el ejemplo de las mujeres que se quieren comer el mundo a su corta edad y requieren de la experiencia y sabiduría, de maestros y familiares cercanos para apoyar su camino.
De mis amigas mayores, he aprendido que con mucho amor se han podido adaptar a los nuevos tiempos incluso a aquellos que no comprenden o les cuesta trabajo entender.
De mis alumnas aprendo cada dia que su alegría y entusiasmo por enfrentar los retos de su mundo hacen que sus propósitos se logren poco a poco.
Ser mujer es ante todo un gran compromiso, es saber decir si, es actuar en positivo día a día, es aceptar los retos que los cambios físicos y psicológicos conllevan. Me refiero a cambios hormonales, lucha de emociones y sentimientos que se pueden presentar en lo cotidiano, aquello que por naturaleza existe por ser mujer.
No pretendo concluir que seamos o no las fuertes o débiles del entorno simplemente somos mujeres; con características únicas e irrepetibles, pero sobre todo con la capacidad de transformar historias, de mover realidades, de generar cambios y buscar el bienestar de nuestros seres queridos, en esta ocasión te invito a dar honor a las mujeres de nuestro entorno y enaltecer la dignidad de las mujeres con quienes convivas en los próximos días.
Recibe un gran abrazo a la distancia.
Sandra Luz Hidalgo

Periódico Raíces