El “8M” en Querétaro, un canto a la mujer, a sus derechos

El en corazón histórico de Querétaro – Plaza de la Constitución – y cuando el calor arrecia, un grupo de mujeres, mujeres jóvenes en su mayoría, se comienzan a congregar.

“El amor es la historia de la vida de las mujeres y un episodio en la de los hombres”. Anne Lousie Germaine.

El en corazón histórico de Querétaro – Plaza de la Constitución – y cuando el calor arrecia, un grupo de mujeres, mujeres jóvenes en su mayoría, se comienzan a congregar.

Es su fecha, el “Día Internacional de la Mujer”.

Se aprestan a celebrarlo, sin odio, sin rencores y, con un gran respeto y amor, se expresan en total libertad.

Nadie las vigila – no fue necesario – nadie las obliga. Ahí estas todas ellas, de motu proprio, ejerciendo su derecho a expresarse.

Así, esa Plaza poco a poco comenzó a llenarse. Muchas vestían de negro y morado, pañuelos, mascadas y playeras de esos colores. Abundan las leyendas, plasmadas en sus camisetas, en sus carteles.

Y los levantan en alto:

“Quién ama no humilla, no maltrata”.

Cuando iban a dar las cuatro y con el sol más que quemante, la Plaza se colmó de grupos. Las jóvenes superaban ya las dos mil.

El conglomerado estaba dividido en grupos, que pronto se hicieron uno solo. “Sobrevivientes de la Violencia”; “Mujeres con Discapacidad”; “Mujeres Embarazadas”; “Mujeres con Infantes”; “Mujeres Adultas Mayores”; ”Mujeres que por Primera vez se expresan”; Mujeres en Bici”. Todas ahí, en un solo corazón, expresando y reclamando sus espacios, su derechos.

Y comenzaban ahí sus gritos, sus consignas, que se mezclaban con sus sueños, sus anhelos y deseos.

Y empezaron a danzar. Es la danza de la madre tierra. “Bailamos por ti, bailamos por mí, por un mundo sin violencia” decían sus coros, sus murmullos convertidos esa tarde en gritos, en agudos gritos de libertad.

Yo no vi a mujeres agresivas – ciertamente no dóciles – lo que vi fueron un grueso número de mujeres aguerridas, valientes, alivianadas y libres. Mujeres que aman el existir y defienden el ser, su ser, su existir.

Un par de drones sobrevolaba la Plaza.

“Amar es regresar todos los días a casa, para darle un beso a mi hijo”.

Se leía en otro de los muchos cartelones.

Y en medio del calor, de la emoción de reunirse, comenzó la batucada.

Una jovencita, que vestía llamativamente con blanca falda y de artificiosos cabellos dorados, largos, se presenta: “Soy Angélica Maya del Colectivo México…” Y la cobijan con gritos, con aplausos.

Entre las asistentes, los espacios se iban cerrando. Más mujeres estaban llegando. Se acomodaron en los andadores de la plaza y algunas, en las banquetas de las calles cercanas.

A los lados, solo dos unidades de asistencia, con paramédicos.

Aparecieron algunos jóvenes, varones, que hacían vendimia: agua, pañuelos, paraguas. Acá, pasan tres jovencitas con una alcancía. Ofrecían chocolates. Muchas de las jóvenes, les depositaban alguna moneda, algún billete. “Es para poder continuar mis estudios”, decía un pequeño cartelón que también portaban.

“Por un mundo sin violencia, impulsado por el amor”.

Se leía en otro de sus carteles.

La batucada seguía. Y la guía, les decía que hacer. Algunas damitas caminaban ya por el delgado filo de la fuente. Movían sus cabezas, dejando caer sus largas cabelleras. “Siéntanse libres, sean ustedes”.

A esas alturas, con cantos y bailes, el evento se había convertido en una oda a la mujer, en un canto a sus derechos, a la defensa de su género…” y tenemos derecho a ello”. Todos los colectivos ya hacían uno solo.

“El que no brinque es macho” dijeron, ya encarreradas. Y a eso siguieron, muy pronto, el de “Fuera hombres…fuera hombres”.

“La lucha es larga, pero los derechos no se negocian”.

En eso y hasta el lugar donde yo estaba, es que se me acerca una jovencita y me dice en voz baja y con mucho respeto: “Señor, le pedimos que respete nuestro espacio…le solicito que abandone nuestro evento”.

Y no dijo más.

Me retiré de un evento en el que me sentí a gusto…lo disfruté y les di toda la razón en una lucha que “seguramente es larga, pero los derechos no se negocian”.

Bien por la mujer queretana.

Periódico Raíces