Tras la verdad, AMLO tenebroso nunca actua de buena fe
El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo disimula, pero incurrió en conducta delictiva
Sábado 15 de febrero
El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo disimula, pero incurrió en conducta delictiva, a pesar de que niegue los hechos (siempre lo hace), las evidencias en su contra son abundantes, contundentes, a pesar de simular y reiterar que sus actos son de “buena voluntad”. Me refiero a lo sucedido en los días previos a la cena de 2 mil millones de pesos y al pase de “charola” del miércoles por la noche con 100 empresarios, en el seno del poder político, en Palacio Nacional, remembrando al diezmo de la época colonial. Lo cierto que la invitación a la cena de empresarios millonarios, se planeó con el único propósito de pedirles que regalaran 2 mil millones de pesos. Ese acto presidencial tiene nombre en el Código Penal y se llama: extorsión. López Obrador, ha pretendido disimular que se trató de una “donación voluntaria y que nadie estuvo obligado a la entrega de 20 millones d pesos por el cubierto de tamales y atole. La ayuda también fue para el mismo Andrés Manuel López Obrador, para abultar el monto del presupuesto público que manipula a su antojo; si bien el dinero, supuestamente será para comprar insumos hospitalarios, lo cierto que López decidirá qué hacer con ese dinero no presupuestado. El destino de la donación, una vez con el dinero en la mano, el Presidente decide qué hacer con ese recurso que obtiene ilegalmente, por medio de la coerción política. Para doblegar a los empresarios les vende la idea de la necesidad de insumos hospitalarios para el pueblo que menos tiene. Y el “pobre” pueblo le agradece el gesto a López Obrador, no a los empresarios. Un “hit político electoral”, le quita dinero a los ricos para darlo a los pobres ¿Acaso esos 100 empresarios no contribuyen con el pago de sus impuestos?
Es responsabilidad del Estado comprar con el presupuesto autorizado esos insumos, no de los empresarios, ellos pagan sus impuestos, así lo dispone la Constitución y leyes reglamentarias ¿Entonces? Así las cosas, cualquier estudiante de Derecho, puede demostrar los elementos materiales de varias figuras delictivas en que incurrió Andrés Manuel López Obrador; literalmente esquilmó a los donadores por la fuerza que impone el Presidente de la República, no se trató de un acto voluntario de buena fe. Mas, como no hay ni habrá denunciantes, a pesar de la existencia del delito y del presunto responsable, Gertz Manero, no puede perseguir de oficio la conducta delictiva. Un evidente acto delictivo, el Presidente lo muta y transforma en acto voluntario. Esa misma acción delictiva, la que por supuesto rechazar López Obrador, antes era llamada: “pase de charola”. Ahora es calificado por el Presidente como: acto voluntario, de buena fe. Se trata de manipulación semántica, no desvirtúa la esencia del hecho. Andrés Manuel López, según su reiterado discurso, trata de deslindarse de conductas pasadas, pero su actuación claramente es igual o peor, sin duda es gansteril; utiliza la figura de delitos de “cuello blanco”, de lo que acusa a sus antecesores, a los fifís, a los conservadores; él lo hace mucho más evidente, pero lo niega. Así son todos los delincuentes, para muchos ese es su trabajo. Los doblegados empresarios, por supuesto, no deben, no pueden quejarse, Andrés Manuel y su el gobierno de la 4T, les puso el dedo encima, de ahí que hayan accedido dócilmente y no se quejen en lo absoluto, al menos frente a un micrófono o cámara; aunque ha trascendido la molestia en muchos de ellos. La clase social burguesa empoderada, siempre vituperada por el Presidente de la República, Andrés Manuel López, ahora resulta que es aliada del mismo poder político que la aborrece y rechaza (siembre hay contubernio). El poderoso Carlos Slim, el multimillonario, convertido en gestor oficioso empresarial para cobijar la clase empresarial que les brinde confianza; pero no todos los peses son gordos ni enormes, aunque estén en el mismo estanque, hay tamaños y sus fauces son de distinto tamaño y fuerza ¿Quién seleccionó a los 100 empresarios premiados? No es fácil obtener 100 nombres de empresarios exitosos de la noche a la mañana, obvio que el poder político saben bien quiénes son aquellos a los que pueden presionar por medio de “invitación” y obsequien “voluntariamente”, 2 mil millones de pesos; sin duda alguna, ingenioso el desembolso, pero delictivo.
¿Cómo puede justificar un empresario, en su contabilidad, la salida de 20 millones de pesos como donación? Muchas interrogantes más ¿El gobierno federal dará recibo de la donación o simplemente se embolsa el dinero sin dejar rastro? ¿El dinero de la donación se entrega en cheque o en efectivo? Nada se sabe, todo es secreto entre las partes ¿Habrá deducción del impuesto al donante en el momento de la declaración? Tampoco se sabe. Demasiadas irregularidades derivadas de la invitación del Presidente de la República, en tratándose de un acto de “buena fe”. Novedosa modalidad gansteril de obligar al empresario para “gastar” su capital. Más cuestionable cuando, por el exceso de desconfianza que ha generado el gobierno de la 4T, los empresarios no invierten y sí regalan jubilosos 2 mil millones de pesos. El gobierno federal, que es su obligación y se programa en el presupuesto de egresos, tampoco invierte; por eso la economía mexicana se estancó, entró en franco retroceso, no crece. Si los empresarios no invierten, la obligada donación resultó una manera obsequiosa de invertir para el gobierno federal, delincuencialmente novedosa para lograr obtener más recursos en el erario, ya no solo por medio del la carga impositiva, ahora las donaciones son el fuerte de López Obrador ¡Empresarios solidarios con México! Por cualquier lado que se analice el asunto, fue deleznable el acto presidencial, pretendida “donación voluntaria y de buena fe” ¡Vergonzoso chantaje!
¿Quién osa invitar a un amigo o desconocido a cenar su casa, para pedir a cambio una generosa donación voluntaria? Seguramente el invitado declinaría, se iría a otra parte a comer tamales y atole más barato, no se gastarían más de mil pesos; para eso están los legendarios clubs de empresarios que ayudan, como el de los Rotarios o de los Leones, en ellos practican la labor social. La vergüenza encima, el Presidente de la República, se negó a proporcionar lista de “invitados”, obligados a asistir a la cena, aunque fueron captados por los medios de comunicación al ingreso y salida a la cámara de tortura. López Obrador, tampoco dio a conocer el monto de las donaciones individuales, todo quedó en el anonimato; el monto recaudado, dijeron, fue de 1,500 millones de pesos. Con el cinismo que caracteriza a López Obrador, este insistió en que se trató de una “ayuda voluntaria de la clase empresarial”. Lo planeado y ejecutado por la Presidencia de la República, fue un acto de rapacidad, una acción delictiva abierta y descarada; simuló el “cobro de piso” al que acostumbra la delincuencia organizada. Conclusión. Al no haber denuncia, no habrá investigación. El acto delictivo de extorsión quedará impune. Por temor fundado, los empresarios amenazados o coludidos con el autor del delito. El Presidente de la República, podrá fondear la compra de los insumos hospitalarios, con la donación y con la rifa, no rifa del avión presidencial.
Héctor Parra Rodríguez