Tras la verdad: falla la política de pacificación de AMLO.
Las decisiones equivocadas en materia de seguridad de AMLO.
Santiago de Querétaro Qro. 21 de octubre de 2019.
Las decisiones perversas y equivocadas en materia de seguridad pública del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de México, hasta ahora, han generado mayores problemas de inseguridad. Varios ejemplos de los errores del Presidente de la República lo demuestran. Uno de los equívocos más grandes de la historia de México, de los más trágicos, derivado de la irresponsabilidad y falta de conocimiento para gobernar de López Obrador, quien sustenta sus decisiones en acciones populistas, provocó la muerte de 137 personas (delincuentes) en Tlahuelilpan, Estado de Hidalgo. No se podrá olvidar que la toma de decisión del Presidente, fue deliberada, a él se debe que hayan muerto todas esas personas. Cuando Andrés Manuel debió ordenar que detuvieran a quienes robaban el combustible propiedad del Estado, prefirió quedarse con los brazos cruzados, medio pueblo se arremolinó en la toma clandestina, bañándose de combustible; por horas personal del Ejército, Policía Federal, así como policías del Estado, aguardaron las indicaciones del Presidente para actuar; este ordenó no actuar, permanecer “vigilantes”, con los brazos cruzados, incumplieron con la ley, dado que en el momento, a la vista de todos, incluso de los medios de comunicación, se cometía el robo de combustible, delito “in fraganti” a borbotones. La acción por omisión, causó la muerte de esas personas; Pemex, Rocío Nhale, Secretaria de Energía, no ordenó cerrar las válvulas de distribución del combustible y López Obrador, tampoco ordenó terminara la fiesta del robo. Lo que previsible sucedió, lo inimaginable aconteció, murieron docenas de personas a causa de la explosión de la toma clandestina de combustible, a causa de la ineptitud presidencial.
El irresponsable Presidente de la República, dijo haber ordenado no actuar para no tener problemas de violencia con la población que robaba la gasolina. Esa terrible omisión y falta de lógica, al no imaginar lo que podía suceder, generó la fatídica muerte de 137 personas. El Presidente, como suele hacerlo, pronto olvidó el incidente atribuible, imputable a su persona, simplemente dio vuelta a la página y ahí no pasó nada. López Obrador, responsable de la muerte de esas personas, sencillamente evadió la responsabilidad, tampoco nadie fue inculpado de la “tragedia”. Lo curioso, nadie se queja del terrible accidente generado por la ineptitud del Presidente de la República. Para que el pueblo de Tlahuelilpan no se quejara, ofreció dinero, indemnizaciones y reparación de daños; el pueblo lleno de huachicoleros se quedó tranquilo; organizaciones sociales llamadas colectivos, antes belicosas, hoy duermen plácidamente, ya no levantan la voz como antaño, están bajo el control de quien los patrocina: el gobierno de la 4T. Vidas y daños materiales quedaron pronto en el olvido, la Fiscalía General de la República, bajo las órdenes del “fiscal carnal” Alejandro Gertz, simplemente se cruza de brazos, no activa carpeta alguna de investigación; no hay presuntos responsables de la muerte de más de un centenar de personas, todo fue obra de la casualidad. Diría el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa: “los castigó Diosito”. Cosa distinta con la muerte de los 43 normalistas, esos homicidios los transformaron en movimiento político en contra de los “conservadores”. En este caso, el reclamo no es para los asesinos, tampoco para los grupos criminales de los cárteles, responsables de la masacre; nada de eso, la responsabilidad es para el gobierno de Enrique Peña Nieto, situación verdaderamente paradójica ¡Inverosímil!
La Seguridad Pública, función a cargo de la Federación, reza el artículo 21 párrafo noveno. Por supuesto, compartida con los gobiernos de los Estados y municipios. Sin embargo, es la Federación la responsable de la conducción de las políticas de seguridad pública, hoy a cargo de la Guardia Nacional, del Ejército y la Marina, de acuerdo a las últimas reformas constitucionales en este ramo. Después del fiasco cometido con la detención y liberación de Ovidio Guzmán, a cargo del personal de la Guardia Nacional, vuelve a la cargada el Presidente de la República y antepone sus decisiones a la exigencia de la ley; pesan más las ocurrencias, lo que piensa y decide Andrés Manuel López, que las obligaciones enmarcadas en la Constitución y leyes secundarias. Recordemos. El Presidente pedía la renuncia de todo el gabinete de seguridad pública del gobierno de Enrique Peña, cuando la fuga del “Chapo” Guzmán, padre de Ovidio. Hoy, por indicaciones directas del mismo Presidente de la República, excediéndose en sus facultades, ordena la liberación de un “presunto” delincuente, sobre el cual pesaba orden de aprensión. Hoy no pidió renuncias, no armó “alharaca” alguna, simplemente consideró que era más prudente dejar en libertad al “presunto” criminal, que derramar sangre; el Responsable de guardar y hacer guardad la seguridad pública, decide, sin ninguna facultad constitucional ni legal, decide liberar al detenido. La estrategia de la detención si bien había resultado efectiva, las consecuencias no fueron previstas; las bandas delincuenciales del crimen organizado pronto superaron a las fuerzas del Estado, más de 700 delincuentes, fuertemente armados, doblegaron al Presidente, intimidaron al Comandante de las Fuerzas Armadas de México. No podían fallar las infantiloides y tontas excusas del Presidente, para justificar lo injustificable. A 3 días de sucedidos los hechos, las mismas autoridades generaron una “cortina de humo”, ya nadie se pregunta ¿Dónde está el amnistiado de Ovidio? No, parece no importarles a las autoridades el destino del “presunto” delincuente; ahora distraen a todos con la torpe orden presidencial de dejar en libertad al hijo del “Chapo” Guzmán. Así suelen distraer los del gobierno de la 4T. Las autoridades del gobierno “liberal” generan un problema, luego crean otro distractor y asunto terminado ¿Dónde quedó el liberado? El hijo No se fugó, lo liberaron. Para mayor cinismo, el abogado representante de la familia Guzmán, agradeció a López Obrador, el gesto humanitario; y no podía faltar la tramposa de Yeydckol, dirigente de Morena, que subiera a las redes sociales la justificación más torpe, defendiendo la liberación del detenido, poniendo como “humanista” al Presidente por el noble gesto. Vaya pues tanta incongruencia. A este paso, tendrán que dejar en libertad a todos los sentenciados, procesados y sobre aquellos que ha recaído orden de aprehensión; todo bajo el pretexto del humanismo. La incongruencia al límite de la inconcebible.
López Obrador, dijo este día estar dispuesto a comparecer ante quien corresponda, para justificar la ilegalidad de su arbitraria decisión. Bien sabe que no será llamado a ningún lugar. Y, el torpe de Gertz Manero, Fiscal General de la República, nunca mandará llamar al Presidente de la República para que declare; jamás iniciará procedimiento de desafuero por responsabilidad penal, que caería en manos de la Cámara de Diputados, lugar en el que se luciría López Obrador, sabiendo que su bancada y aliados políticos lo protegerían; saldría en hombros como un campeón de los derechos humanos, así son de cínicos. La política de pacificación de López Obrador, tiene enormes fallas de procedimiento, paree no haber estrategia alguna, recae en ocurrencias fuera de la ley, no hay pericia para ello y el Presidente de la República, protagónico como es, cínico como se le conoce, se burla, se mofa, se viste de ironía y sarcasmo, hace gala de la desfachatez y suple la seguridad pública por abrazos y no balazos. Simple y sencillamente así no se puede gobernar.
Héctor Parra Rodríguez