Tras la verdad: Dos años de reiteradas mentiras institucionalizadas.
Bien sabía que sus promesas de campaña solo servirían para convencer al inmenso y manipulable electorado confiado.
Querétaro Qro. 01 de Diciembre de 2020
No ha sido un fracaso el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Son las mentiras las que distinguen su administración a dos años de haber iniciado el peor gobierno de los últimos tiempos. Bien sabía López Obrador, que no cumpliría sus promesas. Bien sabía que sus promesas de campaña solo servirían para convencer al inmenso y manipulable electorado confiado en que, por fin, se terminaría con la corrupción y mejorarían las cosas para los millones de mexicanos desamparados. Muchos problemas se han agudizado desde entonces. Los conflictos se han agravado y no se ve por donde pueda el gobierno de la transformación resolverlos con atingencia. El número de mexicanos empobrecidos ha crecido.
Tres sectores de la población, sin embargo, están conformes con los fracasos y continúan apoyando ciegamente a López Obrador. Uno de ellos, el de los “menesterosos”, aquellos que solo estiran la mano para recibir dinero a cambio de nada; miles de millones de pesos del erario que absorben millones de personas sin producir nada. Ese sector de la población está conforme con todo lo que diga y haga el Presidente. Simplemente están en espera de las dádivas.
El otro gran sector de la población que apoya a López Obrador, es aquel compuesto por los que piensan que se terminó con la corrupción a la llegada de Andrés López al gobierno. Aquellos cansados de los abusos de muchos de los gobernantes del PRI, PRD y PAN; esos mismos que se resisten a reconocer el enorme equívoco que cometieron, toda vez que el Presidente y su equipo son los mismos abusivos, corruptos y tramposos, solo cambiaron de nombre; son los mismos corruptos en el poder. Morena se integró de tránsfugas, ahí albergaron a todos aquellos que abandonaron los otros partidos. La lista de aquellos que cambiaron de color es interminable ¿Acaso no lo saben? Claro que sí, pero se niegan a aceptar la realidad.
Esos mismos, hoy en día, institucionalizaron la corrupción como política de Estado. Basta observar que más del 75 por ciento de los multimillonarios contratos del gobierno federal son por asignación directa. A pesar de las evidencias irrefutables, se niegan a creer que son los mismos, sobre todo con el discurso de López, quien a diario repite: “no somos los mismos” ¡Claro que son los mismos! Ahora son “turbo cargados”. Él es el más claro ejemplo de la corrupción, de priista pasó a perredista, ahora transformado en morenista. Más ejemplos. Funcionarios como Manuel Bartlet e Irma Eréndira Sandoval, han quedado en evidencia de su amor por la corrupción y nada sucede, el Presidente los defiende. Porfirio Muñoz Ledo, desde dentro de Morena, los desnuda, hace férreas críticas por el mimetismo de Morena con los otros partidos; consecuencia de ello, su militancia es igual a lo que supuestamente critican. Y hay quienes creen que Morena es diferente.
El tercer grupo está conformado por los radicales. Aquellos convencidos por el odio y el rencor, aquellos que dividen a la sociedad entre añejas posturas políticas y filosóficas que han fracasado en los países que impusieron a sangre y fuego los regímenes totalitarios, como Rusia o China; y los que hoy sufren como Venezuela y Cuba. Este grupúsculo aun piensa que no debe existir el capitalismo, nada de privilegiar las libertades del ser humano, mucho menos el libe mercado. La eterna división entre el capital y el trabajo, la mano de obra que aporta el obrero es el capital. Aquellos fanáticos que aún gritan ¡Muera el capital! ¡Viva el comunismo! Este sector es el más peligroso, no le importa ver al país en ruinas con tal de destruir todo aquello que les signifique “opulencia”. Van por la mediocridad del pueblo: todos iguales.
El Presidente López, se ha encargado durante sus dos años de gobierno en generar el odio de “clases”. Fiel promotor desde la cúspide del poder de la división entre aquellos que tienen bienes materiales (de regular a mucho) y los que nada tienen, sin importar que en su gran mayoría de aquellos que ha logrado acumular riqueza, ha sido por el esfuerzo de su trabajo, se han desenvuelto bajo un ámbito de libertad (excepción de corruptos y delincuentes). De ahí la cancelación de obras como las de Texcoco, la cervecera Constellation Brands o los contratos entre el gobierno y empresas generadoras de energías limpias. Por esa torpe razón vuelve a promover “valores espirituales y morales”, para que el pueblo no aspire a superarse. En el más allá encontrarán el paraíso.
Por eso no sorprende que los índices delictivos hayan aumentado; que los empleos hayan declinado; que la inversión extranjera y nacional haya decaído y el PIB se haya reducido por debajo de 0 por ciento. López Obrador bien sabía que no cumpliría. El engaño le funcionó a la perfección y 30 millones de incautos cayeron en la trampa de las promesas. No es que todo le salga mal, no; López es inepto y mentiroso, él promueve la incompetencia, cual fiel imagen que representa.
Aquella frase desafortunada de “le cayó como anillo al dedo”, respecto de la pandemia, fue otra mentira. Es más, el anillo le quedó grande. Reportó la Secretaría de Salud un exceso de muertes en México hasta octubre, un 38 por ciento más de lo esperado. De tal suerte que 217 mi, 989 muertes no eran esperadas, de las cuales 155 mil, 999 de ellas son atribuidas al Covid-19 ¿Ya domó la pandemia, ya va de salida? En total, 576 mil, 955 fallecimientos habían sido registrados ¡Conducta criminal la de López Obrador! Se espera que el PIB caiga por debajo del 8 por ciento ¡Le quedó enorme el añillo!
Otra de tantas mentiras. El sentimiento de culpa lo traicionó ¡Primero el oportunismo! Ahora pretende pagar por cada muerto, dando apoyo económico a los familiares. Maquinación con la que espera revertir la enorme molestia generada por cientos de miles de muertos a causa de la pandemia ¿Por qué no dio antes el apoyo? López hizo mal sus cálculos, de ahí que haya modificado su estrategia (no para combatir la epidemia). Estima que el dinero solucionará su tremendo error, al considerar que la pandemia no representaba peligro alguno ¿Ya olvidó cuando incitó al pueblo a no tener miedo, a salir a la calle, a abrazarse, a ir a restaurantes? Pésima su estrategia. Aseguró que la influenza era más peligrosa. Entonces el gobierno de Felipe Calderón operó rápidamente cancelando reuniones masivas, entre otras acciones. Y funcionó.
Por eso no es de extrañar los resultados de los encuestólogos a modo, quienes pretendiendo quedar bien con López Obrador, aseguran que, si hoy fueran las elecciones Andrés Manuel volvería a ganar, a pesar de las enormes pifias, los engaños, los odios y los latrocinios que ha ocasionado en dos años de gobierno. Hoy, uno de diciembre dará otro informe lleno de mentiras institucionalizadas. Será de triunfalismo. Y los males serán atribuidos a los conservadores, a todos aquellos que se oponen a su deforme transformación. Los expertos en política opinan que López Obrador, debe perder las elecciones de 2021. Así evitarán que continúe destruyendo al país ¡Y no les falta razón! Por último, sus paisanos no le perdonarán que intencionalmente los haya inundado y abandonado. Otra más de sus delictivas torpezas.
Héctor Parra Rodríguez