LA GRAN HACIENDA DE CHICHIMEQUILLAS

La imponente hacienda de Chichimequillas en el municipio del Marqués

Las órdenes del rey y de las Cortes Reales eran tajantes, “los clérigos no podrán tener la propiedad de haciendas y tierras, como tampoco heredarlas de parte de los arrepentidos, que a cambio de salvar su alma las entreguen para redimir sus culpas”. Sin embargo, las organizaciones religiosas fueron propietarias de muy importantes extensiones de tierras, ante la tolerancia de quienes tenían que hacer cumplir las leyes, y una de estas organizaciones fueron los Carmelitas Descalzos, que, a la vera del Camino Real, por donde pasaban los cargamentos de plata de los minerales de Zacatecas, San Luis del Potosí y Guanajuato, construyeron una finca de adobe, a mediados del Siglo XVII. 

Para el año de 1690, esa rústica finca fue ampliada, con el propósito evangelizador para con los indígenas Chichimecos, a quienes, a más de bautizarlos, se les cambiaban sus antiguas costumbres, enseñándoles a labrar la tierra, propiciando el sedentarismo en este lugar, que se puede considerar como el último reducto chichimeca, de donde toma su nombre, quedando como Chichimequillas. 

Con los años, los frailes Carmelitas continuaron ampliando la construcción, pensando en dos aspectos, uno, la producción agrícola y ganadera, y la otra el lograr un lugar para su resguardo, según las costumbres europeas, construyendo para su alojamiento la primera etapa de la hoy hacienda, y para sus servicios religiosos una capilla. Así, de una manera funcional, con actividades agrícolas y religiosas, la hacienda fue ampliándose y por muchos años permaneció en poder de la orden de los Carmelitas Descalzos, hasta mediados de 1813, en que fue dedicada a escuela de oficios, para preparar a los habitantes de la región en diferentes actividades productivas. Conjuntamente con el lugar conocido como “El Mesón”, que fue edificado en el siglo XVI, la hacienda de Chichimequillas, con diferentes etapas de construcción en sus dos niveles, era de las construcciones más importantes en toda esta zona. Paso de viajeros y transportes con los metales procedentes de los reales de minas, que pasaban a la capital del virreinato, hasta los años de 1862–1865 en que la hacienda pasa a poder del presidente Mariano Arista, después de la aplicación de las leyes para la desamortización de los bienes del clero, conocidas como “Leyes de Manos Muertas”. Después de esto, queda abandonada durante algunos años. 

Como propiedad de una organización religiosa, que por ley pasaba al poder del gobierno, y una vez que don Mariano Arista dejó la presidencia, ante un propósito urgente de obtener fondos para el pago de las precarias finanzas Nacionales, fue práctica obligada la de vender a particulares muchas de las importantes propiedades, como lo era la hacienda de Chichimequillas. De esta forma fue adquirida por doña Teresa Peña, a la que las deudas por la compra, la hacen perderla al ser despojada por un embargo en el año de 1876, perdiendo las veinte mil novecientas y cuatro hectáreas que comprendía. 

De 1876 en que le fue embargada la hacienda a doña Teresa Peña, fue ocupada por varias personas, entre ellos uno de origen panameño y de apellido Feliú que habitó en Querétaro en la casa conocida como la “de don Bartolo”, de los demás propietarios no se conocen datos. 

En el año de 1885, la hacienda pasó a poder de un español de nombre Remigio Noriega Lazo, procedente de Asturias, el que durante casi media centuria la hizo producir, obteniendo muy buenos rendimientos. Don Remigio falleció en 1930, heredándole a su esposa doña Pilar Mestas, cuya hija doña Pilar Noriega Mestas, contrajo matrimonio con don Salvador Amieva de la Fuente, matrimonio que se la deja a sus hijos Alejandro y Remigio Amieva Noriega. 

Los hermanos Alejandro y Remigio Amieva Noriega, se hicieron cargo del manejo y producción de la hacienda de Chichimequillas, en la que han pasado toda su vida, conscientes de su gran importancia histórica, y con gran cariño, han sabido conservarla y mantenerla con todo su señorío, con el esplendor y la grandeza de aquellos sus mejores años, en que moraron en ella sus mayores. Tiempos en la que fue visitada por personajes muy significativos para nuestra historia; como Don Porfirio Díaz, Mori y Don Venustiano Carranza. Don Plutarco Elías Calles, Don Lázaro Cárdenas del Río, todos ellos en funciones de presidentes de la República. Existe testimonio de que don Agustín de Iturbide, fue hospedado como Agustín Primero, Emperador de México, en esta gran hacienda. 

Para orgullo del estado, esta histórica finca, se encuentra dentro de nuestro territorio, una de las más bellas e importantes haciendas de nuestro México, un verdadero tesoro histórico y cultural. La imponente hacienda de Chichimequillas en el municipio del Marqués, en donde sus viejos muros guardan muchos recuerdos de los tiempos de grandeza de las grandes haciendas de Querétaro. 

Con respeto, van estas líneas, como un reconocimiento a la bonhomía de todo un caballero, que, con honradez y trabajo, legó para sus descendientes un ejemplo de vida y de rectitud. Amigo Remigio Amieva, tu vida fue ejemplar, y tus amigos te extrañaremos.   

Periódico Raíces