EL GENERAL J. M. ARTEAGA Y EL MONUMENTO DE COLÓN,
El monumento a Cristóbal Colón, fue inaugurado el 16 de Septiembre de 1894, cuando gobernaba Don Francisco González de Cosío, para conmemorar los cuatrocientos años del descubrimiento de América, siguiendo las disposiciones del Presidente Porfirio Díaz; tal como se realizó en otros estados y en la propia capital del País.
En Querétaro se escogió un sitio que no fue casual y el monumento se erigió en la esquina de la calle del Rastro, hoy avenida Juárez sur y la calzada de la Tauromaquia, hoy Zaragoza, y la razón de escoger este lugar era sencilla; se estaba terminando la nueva plaza de toros que sería llamada Colón y que junto con la calle en donde estaba el monumento, la llamarían también calle Colón y se integrarían las tres construcciones en un conjunto, para señalar la significativa fecha del 12 de Octubre, día dedicado a Cristóbal Colón.
Para erigir el monumento, se pensó en utilizar la columna de ocho metros de altura, que había sido la utilizada para el monumento al Marqués de la Villa del Villar del Águila, Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, construido en 1843, durante el gobierno de Julián Juvera, para “tranquilizar” a la población enardecida, después de la venta de la Hacienda de la Esperanza, legada por Doña Josefa Vergara al propio pueblo de Querétaro, y que por indicaciones del Presidente Antonio López de Santa Anna le fue vendida al español Cayetano Rubio.
Fue Don Cayetano, el que para calmar al pueblo y congraciarse con el, mandó fundir la fuente de cobre preexistente en la Plaza de Armas y con ella hacer la estatua del Marqués; fuente que también tenía su propia historia, al ser con la que “cumplió su palabra” un personaje que poniendo en duda lo que se pretendía; apostó “que si el agua era introducida a Querétaro, él haría una fuente de plata para recibirla” y pagó su promesa con una fuente de cobre.
La estatua de cobre del Marqués fue fundida en la fábrica de “Hércules”; el mismo año de 1843 y se utilizó como molde para hacerla, la escultura de madera elaborada con ese propósito y que se encuentra en la actualidad en un nicho en la “alberca del Marqués” en la Cañada (no en la conocida como el piojo).
Durante el sitio a la ciudad en 1867, en el mes de Abril, una bala de cañón, disparada por artillero anónimo del Ejercito Republicano, bajo las órdenes del comandante en jefe, el General Mariano Escobedo; ¡no el General Arteaga!, de quien hace unos días se afirmó; “que él, de un cañonazo, la había derrumbado”, (Periódico Noticias, Domingo 20 de Enero
de 2013 pág. 3A) lo que históricamente es inexacto, por estar ya muerto el gran héroe nacional, olvidado por algunos grupos herederos del conservadurismo y que fue fusilado por el General Imperialista Ramón Méndez, en Uruapan Michoacán el 20 de Octubre de 1865. Reconociéndole el Presidente Juárez al General Arteaga su gran patriotismo, con una de sus primeras acciones de gobierno, al rescatar sus restos para trasladarlos al Panteón de los Hombres Ilustres de San Fernando. (Personaje del que nos ocuparemos en fecha próxima.)
Volviendo al monumento de Colón: en el año de 1952 se decidió “quitar el tapón” que para la circulación vehicular representaba este, y se le trasladó al interior de la Alameda; “su segundo sitio”, agregándosele otras columnas y dos globos terráqueos de cantera, que significaban a los dos mundos. ¡No son simples adornos esféricos! Y por su cercanía de tan sólo unos metros al monumento del cura Hidalgo, a quien está dedicada la Alameda, se decidió darle una mayor presencia ubicándolo en “su tercer sitio”, que fue por esos días, la recién remodelada carretera panamericana, hoy avenida Constituyentes.
Por su mal estado actual, y por su historia centenaria, el monumento a Cristóbal Colón ya merece una nueva intervención: Que bien que se le restaure; es lo correcto.
Con afecto, para mi tocayo Jaime Font Fransi