Días de prueba Por Andrés González

Y en la lucha por los derechos, sobresale los de la mujer, expresados particularmente en la fecha del 8 de marzo “8M”.

Los días difíciles para las instituciones, para la libre expresión de los grupos sociales en defensa de sus derechos – grupos feministas, agrupaciones sindicales, organizaciones gremiales – los de prueba y cala, están a la vuelta de la esquina.

Y viene ya el primero para el que ya iniciaron preparativos; afuera – en la sociedad civil organizada –; adentro, en las instituciones públicas todas.

Semanas estas de aparente reposo en las trincheras, de posicionamientos previos, de disposiciones pero también de indisposiciones.

Y en la lucha por los derechos, sobresale los de la mujer, expresados particularmente en la fecha del 8 de marzo “8M” por el retraso evidente en la justificable paridad, en las expresiones machistas que imperan, en los muy lamentables feminicidios que casi a diario se cometen en los conglomerados sociales.

Esto es en marzo – justo el 8 – mes que podría ser considerado el mes de la mujer y aun así, resultaría insuficiente.

De este tamaño es el problema en la sociedad actual.

Así, con el problema vigente, saltan los grupos feministas, los que no necesariamente se manifiestan en la calle, sino también en lo que estos hacen, con lo que defienden el mismo ideal, con su profesión y el ejercicio de esta.

Son empresarias de todos los niveles, en donde el trabajo de la mujer es mayoría, grupos que buscan generar mecanismos legales para estar en igualdad ante el varón, en tiempos de trabajo, en percepciones económicas, en donde hacen falta políticas públicas con perspectiva de género.

Tal mal andamos, que ha sido necesario crear – desde ya hace algunos años – el Instituto Queretano de la Mujer, cuando no hay uno similar enfrente; no hay uno que se le conozca como Instituto Queretano del Varón.

A eso llegamos…o nos empujan a hacerlo.

Y es que venimos arrastrando una costumbre machista de siglos, tal vez desde que la humanidad existe.

Tan larga es la historia, que apenas en la década de los cincuenta del siglo pasado, apenas – fíjese usted bien – se le reconoció el derecho al voto de la mujer, como participación efectiva en los procesos electorales.

Así y por abuso persistente, por la exageración en la violencia – la familiar, la social – expresadas lamentablemente en feminicidios, es que hasta mediados del siglo pasado aparecen los grupos feministas, obligados por la presencia real – no supuesta – de la mujer en todos los campos de la producción, de las profesiones todas, del deporte – que siguen en desventaja con lo que percibe el varón, en el futbol, en el box, por solo citar algunos – pero particularmente con la lucha que abrieron las sufragistas a partir de los años cincuentas.

Y todos estos grupos ya no van solo en buscar la igualdad de los derechos, sino de plano en la abolición de una sociedad patriarcal, que sale a flote – y esto apenas recién en Querétaro – con la toma de decisión de que el primer apellido de los hijos, sea el de la madre.

Y están en todo su derecho, porque no hay ley – y que bueno – que se los prohíba. Esta costumbre es solo extensión de una sociedad patriarcal.

Por eso es la necesidad de expresarse por todo lo que les hace falta, por alcanzar – y estamos muy lejos de ello – una cultura de la igualdad, en donde no caben, no deben tener cabida, las visiones sexistas.

Y en el solo ser y el existir, no debe haber prevalencias.

Metámonos eso en la cabeza.


Periódico Raíces