Así se inicio el futbol en la Cañada.

Como reconocimiento a su calidad futbolística de estos jóvenes, y al ser ya conocidos en lugares fuera de su territorio “La Cañada”, el señor Antonio Barrón.

Por: Jaime Zúñiga; Querétaro Qro. 23 de febrero de 2021

Para 1921 y con motivo del centenario de la consumación de la Independencia Nacional se organizó un campeonato con la participación de equipos ya conocidos. ADO de Orizaba, Atlas y Guadalajara, el Germania, España, Asturias, América, México, Pachuca, Deportivo Internacional, Luz y Fuerza del Centro, Morelos y Amicale Francaise fueron los participantes.  

En el último equipo de los arriba mencionados, participaban profesores de la hermandad marista, fundadores del colegio francés en Querétaro, antecesor de la institución conocida como el Instituto Queretano en la década de los años 30´s, en la que con el cambio del colegio de su domicilio original en las calles de Madero, al nuevo domicilio en el viejo y amplio Molino de San Antonio, que con terrenos planos y muy amplios, dio la oportunidad de tener dos canchas de fútbol, una para los externos que equipada con sus dos porterías reglamentarias, ubicadas de Oriente a Poniente, –para encuentros formales–, estaba subdividida con tres porterías en ambos laterales sur y norte, para que los alumnos pequeños practicaran el deporte con seis equipos a la vez. Los internos tenían su propia cancha en la parte posterior al fondo del colegio, y reservada para los futuros maristas.  

Lento ¡muy lento! Era el transcurrir del tiempo en el pueblo de La Cañada, la tranquilidad había sido el marco de una comunidad que desde su fundación por el indio Conni, dando origen a un manejo endogámico de lo que se conocía como “el común” manejado por encargados de la vigilancia para el orden, y el correcto manejo del recurso que daba vida al pueblo, “el agua”. Esta forma de auto gobierno continuó aun después de que en 1941 La Cañada se convirtió en municipio. Ya había trascurrido varios años de que se dieron las visitas de los constituyentes encabezados por don Venustiano, cuando los banquetes realizados en sus ricas huertas, sorprendían a los visitantes que durante horas departían y comentaban los trabajos para la nueva Constitución del 17. Después de estas visitas, el pueblo recuperó su habitual tranquilidad dedicándose al trabajo en las huertas y las plantaciones de hortalizas y flores, y para estos tiempos, los viejos futbolistas afirmaban, que ya se jugaba la pelota, sin mayores reglas, solo se trataba de meter el balon por el espacio que se encontraba entre dos montones de piedras, y jugaban descalzos. 

Nadie pensaba que los delegados municipales los podían ayudar, no lo requerían y la delegación era muy pobre, pocos recursos podían recaudar y se mandaban a Querétaro, como el pago de contribuciones y el cobro por el comercio y la venta de alcohol y pulque. Cuando en 1941 el gobernador Noradino Rubio, crea el municipio de La Cañada y en 1949 se le denomina municipio del Marqués, las condiciones, que eran al igual que en todo el estado, muy poco interés existía en el deporte, porque había cosas más importantes. Los que practicaban el deporte se tenían que hacer cargo de sus gastos para ir más o menos presentables o comprar sus zapatos. Del primero que se tiene memoria que como presidente municipal de Querétaro conocido como Municipio del Centro, fue don José Luis Herrera Pimentel, que patrocinó los uniformes para un equipo de atletismo y otro de futbol que representarían al estado. En el equipo de Futbol iban dos de La Cañada. 

El gran entusiasmo que desde los inicios demostraron los futbolistas de La Cañada, propició para que las autoridades municipales los tomasen en cuenta, y a partir de los años 70s, la ayuda para el deporte comenzó a darse, unas administraciones más que otras, lográndose que con cierta insistencia y dado que a la autoridad le resultaba más que imposible no encontrarse con los futboleros, se lograron mayores resultados. Quedaba como recuerdo el apoyo del señor Barrón para comprarles los primeros zapatos para que no jugaran descalzos. 

La industrialización se estaba dando en Querétaro y nacieron los sindicatos, que, dentro de sus prestaciones, pedían el fomento al deporte, que en la práctica era el apoyo al Futbol. Como las fábricas estaban rodeadas de terrenos baldíos, en ellos se improvisaron las canchas, mientras se iban mejorando la mayoría de las ya existentes, como las del cuartel de la Cruz, transformado en Casa de la Juventud, la que se transformaría después en el CREA.    

Paso a paso, el futbol iba ganando terreno en una lenta pero sostenida aceptación por nuevos practicantes de este juego que despertaba muchas emociones, por lo imprevisto de sus jugadas que, debido a la espontaneidad, nunca serían las mismas, y esto era lo de mayor atracción para los practicantes. Ya la naciente FIFA, conjuntamente con el Comité Olímpico, decidió incluir en las Olimpiadas de París de 1900, el Futbol como deporte Olímpico 

Para el año de 1928, en Ámsterdam Holanda, reunidos los directivos de la FIFA, acuerdan realizar una competencia que se llamaría Copa del Mundo, y se adjudica el torneo a Uruguay, y se jugaría en Montevideo. Lo planeado originalmente de terminar el nuevo estadio, que ocurriría hasta el segundo partido, ya que las lluvias retrasaron la construcción y los primeros encuentros se jugaron en el Gran Parque Nacional.  

Invitando para este histórico primer campeonato a 16 equipos, en lo que sería el único evento sin fase clasificatoria. Los equipos participantes serian; Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, México, Paraguay, Perú y Estados Unidos, siete en total, ya que los países europeos estaban en crisis económica como resultado de la primera Guerra Mundial y el viaje en barco les salía muy costoso. Declinando la invitación Inglaterra, acudieron Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumanía. Finalmente 13 equipos serían los iniciadores y el campeón fue Uruguay. 

Muy poco se conocía en Querétaro de lo que acontecía en las Olimpiadas o en el Campeonato Mundial de Futbol, la radio era el único medio de información, la prensa escrita no era de aparición diaria y faltaban aún muchos años para la llegada de la televisión. Pocos conocían que Uruguay era el campeón mundial de la copa de Futbol y a pesar de esa ausencia de información, la afición continuaba en forma ascendente, coincidiendo en tiempo, con el surgimiento de los primeros equipos que se estaban organizando en La Cañada, en el tiempo que jugaban descalzos los pioneros de este deporte por estos rumbos. 

Dos décadas y el Futbol se iría organizando en La Cañada, y este tiempo sería el necesario para lograr un gran arraigo entre los habitantes del pueblo, tanto jóvenes inquietos e impulsivos como algunos ya maduros y con responsabilidades que abrazaron con mucho amor esta disciplina la que les empezó a dar muchas satisfacciones con sus acostumbrados triunfos deportivos sobre los equipos de otros rumbos. ¡La Cañada nació triunfando!  

Ya para los inicios de los años 50´s, existían reglamentos que fijaban tiempos, faltas y castigos para los infractores, y aunque diariamente el fútbol se jugaba, era solamente de manera fugaz, tan solo unos minutos durante el corto tiempo del recreo. Pero en cambio, eran los sábados principalmente, cuando se jugaban varios encuentros por ser el día del Club Deportivo ya que los domingos también en ocasiones especiales se jugaba.  

Como ya desde entonces el ver el fútbol era atractivo, muchos de los espectadores que acudían y sentados en el suelo empezaron a emular a los que habían visto jugarlo, y los encuentros, aunque de manera improvisada, ya que los equipos se integraban de acuerdo con el número de asistentes, que se dividían por mitad, existiendo con frecuencia un criterio para lograr equidad, ya que si uno de los jugadores era corpulento o más grande, se compensaba con dos de menor talla, esto desde luego tratándose de los menores futbolistas.  

En los años 50´s, ya consolidada la Federación Mexicana de Fútbol, la participación de equipos se incrementó, optándose por crear la Segunda División y los equipos fundadores serían, el Morelia, el Zamora, Toluca, Pachuca, Irapuato, Querétaro y Zacatepec cuyo campeón que saldría de ellos, subiría a la Primera División, ocupando el lugar del último de la primera, el que descendería a lo que se conocería después como la División de Ascenso. 

Años antes –más de tres lustros- de que Querétaro tuviese equipo formal que lo representase de manera decorosa en la Segunda División, ya en los rumbos de La Cañada, el fútbol había prendido entre los jóvenes y emulando estos a lo que desde los años 30´s habían visto jugar en el Molino de San Antonio de los hermanos maristas, conocido como Instituto Queretano o simplemente como El Queretano, estos jóvenes jugaban ya de manera improvisada pero con muchas ganas, no obstante sus carencias en cuanto lo más elemental, como son los zapatos. ¡Sí! Es real. Por el testimonio de los viejos futbolistas de La Cañada, tenemos el valioso testimonio, que, durante mucho tiempo los integrantes de los primeros equipos, que aún carentes de nombre, jugaban con la ropa que usaban diario y descalzos. No eran necesarios colores ni números en la espalda porque todos se conocían, todos eran de La Cañada. ¿De zapatos? Ni soñarlo, las carencias se los impedían, ya que los pocos de ellos que se vendían eran en las zapaterías del Mercado Pedro Escobedo y costaban más de $25 pesos. 

Mañosos ya, sabían cómo pegarle al pesado balón de cuero para no fracturarse los dedos, incluso cuando el balón se mojaba y aumentaba algo así como medio kilo más, un balonazo con lo rasposo del cuero dejaba moretones o por lo menos un raspón, pero estando mojado ¡Mejor ni intentar rematar de cabeza! Se podía perder la razón para siempre como resultado de una conmoción cerebral, o por lo menos olvidar las tablas de multiplicar.  Como reconocimiento a su calidad futbolística de estos jóvenes, y al ser ya conocidos en lugares fuera de su territorio “La Cañada”, el señor Antonio Barrón, hombre de posibilidades económicas, y oriundo de este lugar, les compró los zapatos y unas camisetas blancas. Con las camisetas no hubo problema porque eran de talla estándar. ¡Pero con los zapatos sí! No estaban acostumbrados, muchas ampollas les costó aquel primer encuentro en el que los usaron. Sus pies no estaban preparados para la poca calidad de aquellos zapatos de tacos con clavos y que, por su precio, el concepto de resistencia era a través de la dura piel de animal de procedencia desconocida. ¿Qué querían por ese precio? ¡Y regalados! No obstante, ese encuentro con todo y ampollas para variar también ¡lo ganaron! Porque ganar era ya natural en los equipos de La Cañada

Periódico Raíces